La conversión de Sánchez
Esta ha sido la semana de la conversión de Pedro que, cual Pablo de Tarso camino de Damasco, se ha caído del caballo. Lo digo porque nunca imaginé que Sánchez mencionase una encíclica (en este caso Fratelli tutti) como fuente de autoridad. Aunque el truco estaba en que la usaba para atacar a Abascal, y ya se sabe que no hay peor cuña que la de la misma madera.
Algunos podrían pensar que algo hará mal Francisco cuando los “refractarios” de la Iglesia Católica lo elogian, pero, más bien, yo creo que ni el halago ni el insulto le afectan; y que tampoco hará caso a las etiquetas de progresista o conservador porque Bergoglio sabe que todo eso no son más que alabanzas endiabladas.
A pesar de ello, sorprende ver como la misma izquierda que vilipendiaba a San Juan Pablo II se derrite ahora en elogios a este Papa, y la derecha más de lo mismo pero a la inversa. Y no es más que un humilde hombre que desde que llegó al trono de Pedro (Simón Pedro) (no el otro) ha roto muchas normas no escritas y, aún hoy, sigue tratando de romper el status quo previo. Comenzó con gestos como el de no llevar la lujosa muceta al ser proclamado, rechazar la cruz y el anillo de oro, o vivir en la residencia Santa Marta renunciando a los apartamentos pontificios.
Pero más allá de eso, Francisco es un hombre que conoce -y practica- la humanidad. Conoce que las personas, amen a quien amen, tienen derecho a una familia. Conoce que la Iglesia, cuando falla, sobre todo a los niños, no sólo debe pedir perdón o arrepentirse sino que también debe pagar y dar la cara. Conoce que no todas las Magdalenas se convierten ni todos los Judas se ahorcan. Conoce que quien se ahoga en el Mediterráneo es el cuerpo de un emigrante, pero que también es el alma de todos nosotros.
Por eso, estoy seguro de que el Papa nos tiene a todos en sus decisiones, sabe que Dios no nos quiere perfectos pero que nos dejó a la Iglesia para que, cuando no lo fuéramos, nos ayudase. Y reconocedme que algo tendrá este Francisco para que Sánchez quiera una foto con él. Y algo tendrá este Papa para que alguien tan diferente a Sánchez como yo, también, desee estar con Francisco.