Chiripa
Hace una semana que ya sabemos, con casi total seguridad, quién va a ser el nuevo inquilino de La Casa Blanca y quién va a ser, por tanto, el nuevo líder del mundo libre. Como en esta ocasión, hay elecciones que un candidato no las gana sino que las pierde el otro. Biden no era un gran presidenciable, ni su propuesta política es sólida o novedosa, ni tampoco su perfil personal entusiasma o ilusiona. Pero claro, si enfrente tienes a Trump, la gente te vota, no porque te quieran sino porque odian a tu rival. Atentos porque justo de eso se benefició Trump en 2016, del odio a Hillary Clinton.
Pero más allá de este análisis simple, creo que a los republicanos se les ha acabado la suerte y que los demócratas pueden estar viviendo un espejismo. Me explico. A los primeros se les apareció la Virgen al presentarse una candidata tan antipática para la mitad de la sociedad como lo fue Hillary, que movilizó un voto abstencionista a favor del partido del elefante. Eso se llama chiripa. Y ahora, esa suerte se les ha acabado porque esa misma arma es la que han usado los segundos, sus rivales los demócratas, pero esta vez contra su candidato, movilizando un voto masivo anti Trump.
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Jim Watson / AFP |
La cuestión es que por culpa de esas dos carambolas electorales ni el Partido Republicano ni el Partido Demócrata han hecho sus deberes en todo este siglo a pesar de que la estadounidense es la sociedad que se transforma y se actualiza con la mayor rapidez del globo, a una velocidad impensable en Europa. Sólo un ejemplo: Texas ha pasado en cuatro años de 27 a 29 millones de habitantes, ¿sabéis de algún país de la OCDE que pueda decir eso?
Deberes pendientes, y urgentes, de los republicanos serían dejar de ser el partido sólo de los blancos, por mucho que representen dos tercios del electorado; ganarse a las minorías raciales para poder tener un futuro y conseguir penetrar en el voto urbano donde no para de aumentar la población. También, tienen que conseguir entrar en las corrientes de la nueva economía de todo ese Medio Oeste que se empeña en temer a un nuevo mundo.
Deberes pendientes, y urgentes, de los demócratas son el dejar de ser una amalgama de manifiestos de agravios de cada minoría, que entre ellas mismas a veces se contradicen, y lograr un mensaje único. Recuperar al votante obrero sin volver al proteccionismo, y no continuar vilipendiando a los electores de Trump calificándolos como paletos o ignorantes, lo sean o no lo sean, porque son la fuerza laboral del país y tienen que ganárselos.
Y sí, pese a todo, la política de Estados Unidos es la NBA de la política mundial, y estas dos semanas lo han vuelto a demostrar. La seguiré con pasión estos próximos cuatro años. Aunque bueno, espero que la democracia más antigua del mundo articule un sistema de recuento más sencillo porque… ¡vaya toalla!