Quiérete más, chiqui.

Hoy es San Valentín, que más que el día de los enamorados ha evolucionado al día del amor, al amor de todo tipo, variedad, selección, modelo o actitud. Y eso es porque como dijeron los viejos bardos de Liverpool, aunque nos resistamos, all you need is love.

Como digo, la gama del amor es muy variada. Hay gente que se ama a sí misma, y no le importa que los demás no les quieran. Otros sólo se quieren a sí mismos si los demás los quieren. Y por último, están los que se aman mucho a sí mismos, pero que también necesitan desesperadamente que los demás los amen, adoren y quieran. A la cabeza me viene un ejemplo, los políticos.

Ha querido la suerte que las elecciones catalanas se celebren en San Valentín. Una campaña electoral es la época de celo de los políticos, es el cortejo al elector. Como en cualquier ligoteo, hay sonrisas falsas en los mítines, promesas que no se cumplirán en los programas, perfiles favorecedores en los carteles, y hasta hay fingimiento, y mucho. 

Esta coyunda de conveniencia busca que el político, que se quiere a sí mismo por encima de todas las cosas, lo quieran por encima de los demás, y en eso lo cifra todo, el éxito y el fracaso.

Pero eso no quita que tengan su coranzocito, aunque sea de piedra, y que, en ocasiones, se pongan celosos. De hecho, hace unos días, veíamos indignada, en L´Hospitalet, a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, preguntándose que qué pintaba Díaz Ayuso haciendo campaña en Cataluña. Tendría sentido si la ministra lo hubiese dicho desde San Lúcar, digo, y no desde Barcelona. Este ataque de celos encaja a la perfección con la variedad de amor-odio; un tipo visceral, jadeante, vigoroso.  

No digo yo que sea cierto que la única manera de hacer el amor con la persona que más quieres sea pecando con uno mismo; pero la verdad, es que para querer a los demás, hay que empezar queriéndose a uno mismo. Por eso, querida ministra, déjate a Ayuso, y quiérete más; love is all you need, Chiqui. 

Ricardo Rubio / Europa Press