Feliz de vivir

Como este verano me ha tocado tener de horizonte los libros de la oposición, me acuerdo con nostalgia del horizonte que veía Stendhal al contemplar la capital de Italia, nuestra mutua ciudad favorita, y el país al que más veces he viajado después de Murcia. Italia es mi debilidad, y mi placer culpable es Roma, porque decir que te gusta es como decir que te gusta el chocolate, se da por supuesto y es casi una vulgaridad.

 

Recuerdo especialmente un viaje que hice al país transalpino con la persona a la que más quiero del mundo; ahí me convertí en un mochilero de autostop y me jugué la ducha diaria para poder recorrerla de norte a sur. De Italia no sólo me gustaron sus espressos. Me fascinó su música, la pintura y la belleza de sus mujeres (aquí pasa como con el chocolate); la huella de diferentes civilizaciones mezclada con la modernidad mediterránea; la historia expuesta en grado superlativo. Admiro Italia por todo eso, y por seguir en marcha a pesar de sus políticos; y admiro a los italianos por tener la valentía de conducir un coche en medio de ese caos típico de Bangladesh.

 

Así, que mientras contemplo la ordenanza reguladora de no sé qué, añoro contemplar el oloroso mar veneciano; mientras escudriño la ordenación territorial de la comunidad autónoma, daría todo el dinero de mis amigos por disfrutar de la sensualidad de la campiña con Florencia de fondo; y os aseguro que lo último que deseo es pasarme otra mañana leyendo acerca de la Ley de Protección del Medio Ambiente, porque lo primero que quiero es volver a esa Roma destinada a la eternidad. 

 

Ese viaje del que os hablaba, en solitario y con mi mochila, fue una experiencia maravillosa, y no sólo por no tener que pelearme con nadie, sino porque, como a Stendhal, contemplar lo antiguo y lo moderno me hacía sentir feliz de viajar. Por eso, os confieso que es ver los Apeninos y sentir el mismo alivio que cuando, camino a Cartagena, cruzo el Puerto de la Cadena; en ese instante me siento feliz de vivir.







Entradas populares de este blog

Extracción

El del sex shop

Manías